Mi historia con los aceites esenciales y dōTERRA
Norma Ariadna Martínez Arriaga
Norma Ariadna Martínez Arriaga
Hace doce años me presentaron doTERRA, pero mi relación con los aceites esenciales comenzó mucho antes. Desde mi época universitaria, ya formaban parte de mi rutina diaria: los usaba para el ejercicio, la meditación y el cuidado personal. Aunque no me limitaba a una marca en particular, con el tiempo aprendí a distinguir la diferencia de calidad entre ellas.
Cuando me convertí en madre, incorporé los aceites a las rutinas con mis bebés. Eran una compañía aromática y reconfortante, pero aún no descubría todo su potencial. Todo cambió cuando a mi hija, de año y medio, le diagnosticaron un padecimiento cardíaco. Necesitábamos algo que reforzara su sistema inmunológico, pero por más que probamos, mis hijos seguían enfermándose, y las medicinas que les recetaban eran cada vez más fuertes.
Fue entonces cuando Paola Ortega me compartió una mezcla de aceites en un roll-on. Como los aceites esenciales ya eran viejos conocidos, no dudé en probarlos. Así comenzó mi hermoso camino con doTERRA, donde encontré la paz de tener herramientas efectivas en casa para cuidar de quienes más amo.
Hoy, compartir bienestar se ha convertido en una misión que trasciende. Llevo cuatro años estudiando medicina china y ahora soy acupunturista. Es increíble poder combinar esta sabiduría milenaria con el poder de los aceites esenciales para ayudar a mis pacientes. Pero lo más gratificante es ver cómo doTERRA ha transformado la vida de muchas familias, brindándoles salud, equilibrio emocional y estabilidad financiera.